EXIGEN JUSTICIA PARA LAS VICTIMAS DE LA MASACRE DEL SUMPUL EN EL SALVADOR
El 14 de mayo de 1980 en la aldea salvadoreña La Arada y sus alrededores, apenas amanece cuando soldados del Destacamento Militar N° 1 de la Guardia Nacional y de la paramilitar Organización Democrática Nacional (ORDEN), apoyados por helicópteros, comienzan a disparar con una saña todavía desconocida para sus habitantes: mujeres torturadas antes del tiro de gracia; niños de pecho lanzados al aire para ser el blanco; adolescentes atados para ser fusilados.
Un operativo militar se había iniciado un día antes en la zona, en el que las fuerzas militares cometieron actos de violencia contra la población civil, lo que ocasionó la huida de numerosas familias. Los pobladores desplazados por el operativo intentaron cruzar el río Sumpul para refugiarse en Honduras, pero las tropas hondureñas les impidieron el paso y fueron muertos por las tropas salvadoreñas que hicieron fuego deliberadamente sobre ellos.Muchos mueren ahogados, especialmente los niños.
El Sumpul se tiñe de sangre y se llena de cadáveres. El genocidio acaba al atardecer y quedan allí 600 muertos, pasto de perros y zopilotes. Nadie puede acercarse a recogerlos o enterrarlos.Quedan pocos para contar el horror de ese día de sangre y llanto. La mayoría ha perdido a toda su familia, a lo sumo ha podido salvar a uno de sus cinco o seis hijos.La primera y valiente denuncia proviene de la diócesis hondureña de Santa Rosa de Copán.
La Policia Nacional Civil sigue en la actualidad junto con el ejercito agrediendo a pobladores de estas zonas, violando los derechos humanos, repitiendose los elementos que provocaron esa masacre.
FOTOGRAFIA DE CORTESIA